Un principio ético básico de la terapia es el libre albedrío. Si tu pareja no quiere hacer terapia, lo mejor es no presionarle para que lo haga. Sin embargo, puedes invitarle amablemente a hacer dos sesiones iniciales para darle una oportunidad y discutir sus preocupaciones o dudas sobre la terapia durante las sesiones.
Puedes contribuir mucho a que se sienta seguro y no abrumado por la idea de tomar terapia. Sin embargo, nunca debes forzarle ni reprocharle enérgicamente que no quiera hacerlo. Hacer terapia es un buen recurso para muchas personas, pero no es la única solución para resolver un problema.